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01-12-2018

CONDOLENCIAS POR EL FALLECIMIENTO DE MATILDE ONTIVEROS, LA PRIMERA MUJER GUARDAVIDAS

La Municipalidad de Villa Gesell a través del Intendente Gustavo Barrera, hace llegar las condolencias a la familia y amigos de la Sra. Matilde Ontiveros, la primera mujer guardavidas de Villa Gesell y del mar argentino.

Matilde Ontiveros falleció ayer, 30 de noviembre, a los 78 años. Sus restos serán cremados y arrojados al mar, tal fue su deseo.

En 1968 llegó con sus dos hijos a vivir a Villa Gesell y comenzó la noble tarea de cuidar la vida de los bañistas en 1.972. Fue declarada ciudadana ilustre por el Concejo Deliberante por su inolvidable aporte a la comunidad. 

La historia cuenta que Matilde nadaba para el club Independiente donde fue campeona del estilo mariposa cuando era muy joven, a los 14 años. En una oportunidad iba a viajar a Brasil para un Sudamericano, pero el viaje se frustró. Dejó de nadar por algunos años, sin embargo continúo su lucha.

En 1968 llegó a Gesell y se instaló frente a la Jirafa Roja. Al poco tiempo abre un negocio y a él acude un muchacho pidiendo permiso para colocar un aviso en la vidriera de clases de natación en su pileta particular. En ese momento Matilde entabla una charla y descubren que habían nadado en el mismo club. El muchacho era Juan Carlos Galeano, el creador de la primer escuela de guardavidas en Gesell, quien convenció a Matilde con una frase impactante: “En la Escuela podés ampliar tus conocimientos porque además de nadar, aprendés a salvar vidas, que podrían ser las de tus hijos, o los míos”. Matilde no lo dudó y comenzó el curso.

La historia de Matilde no sólo se resume a ser la primer guardavidas mujer, sino también fue una visionaria, en una oportunidad se asoció con un empresario que traía los llamados flippers (maquinas de entretenimiento electrónicas) y puso el primer local de “juegitos” por el año 1968. Matilde contó hace un tiempo en un medio local que “Carlos Gesell siempre estaba por el centro, y se puso como loco. Decía que yo quería transformar su villa en Las Vegas. El detestaba el juego. El local fue creciendo, se llenaba. Le añadí un bar. Carlos Gesell ni entraba. Yo no sabía lo que podían provocar esas maquinitas, ¡cerrábamos de madrugada! Nunca les presté atención. Nunca supe cómo se jugaba".

Matilde fue naturalmente revolucionaria y de buen humor, así lo dejó ver en sus recuerdos “Me gusta pintarme los labios desde siempre. Pintarme de rojo. Cuento este detalle porque una vez alguien pidió auxilio, era un tipo grandote que estaba ahí nomás de la costa. Cerca. Lo veo levantando la mano. Yo estaba haciendo mis primeras armas en una playa municipal de Gesell. Voy sin llamar la atención porque no era algo complicado. Yo llevaba el pelo atado. Cuando ve que era mujer la que iba a socorrerlo, me dice no, no, sólo estaba saludando. Lo miré a los ojos, hice el ademán de irme y me pidió que lo esperara, que sentía que el agua lo estaba arrastrando. Le dije que se apoyara en mi hombro y que se soltara cuando estuviera en condiciones de hacerlo. Creo que lo hicimos bien. Me parece que nadie se avivó (...)”
 

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