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01-02-2017

EL RITUAL NOCTURNO DEL MUELLE

Cada noche, el muelle de Villa Gesell propone una nueva reunión: Familias de pescadores, amigos y compañeros de esta actividad, son protagonistas excluyentes del maravilloso arte de la pesca, donde nunca faltan las rondas de mate o café, con caña y medio mundo de por medio. Conocé algunas de las historias de los pescadores que confluyen en uno los lugares emblemáticos de la ciudad.

El muelle de Villa Gesell ubicado en 129 y Playa, es un lugar de culto para los pescadores que visitan a nuestra ciudad, sobre todo aquellos que desarrollan la actividad en horario nocturno, con la intimidad que propone la noche, los sueños de los pescadores se entrelazan sobre la inmensidad del mar, se conectan en una gran familia que comparte sus experiencias.

Quién no tuvo algún padre, abuelo, tío o amigo afecto a la pesca, el mismo que observas con curiosidad, esos que cuidan al detalle los preparativos para salir a pescar y desde la sabiduría que da la experiencia, cual legado o herencia, nos introducen en esta actividad.

Tal es el caso de Anibal y Tadeo, abuelo y nieto, ambos con una misma pasión: la pesca. Tadeo confiesa que elige al río para salir a pescar, sin embargo disfruta de acompañar a su abuelo al mar, sobre todo si se trata de Gesell “venimos a distraernos y a disfrutar de la pesca y Gesell es verdaderamente hermoso, ya que no sólo pescamos sino que tenemos buenos amigos en este lugar” explica Anibal.
Como buen pescador, Anibal nos da detalles de la gran diferencia entre la carnada de rio y la de mar “acá estamos carnando con anchoa, a diferencia del río que pescamos con lombrices, con tripa de pollo y sobre todo con tripa de sabalo”.

Anibal destaca una particularidad del muelle geselino “es maravilloso, porque venimos a la noche y nos podemos quedar, en otros lugares no se puede”.
Finalmente el abuelo habla de la naturaleza como un ciclo de vida perfecto, proveedora de alimentos saludables, que pueden conseguirse con una noble actividad como la pesca “Nosotros pescamos para comer, ayer disfrutamos de la playa, hoy vinimos a disfrutar del muelle”.

Mientras se adentra la noche, Valeria y Hernan, una pareja de pescadores oriundos de buenos aires que comparten esta pasión junto a sus cuatro hijos, disfrutan del momento mágico que aporta el muelle, postal que queda guardada en la retina apenas uno se aleja del lugar “hoy le toca pescar al papa, pero pescamos todos y es la segunda vez que venimos al muelle en familia” nos cuenta Valeria, mientras los hijos se acercan a Hernán que, concentrado, continúa con su vista fija en el mar.
Valeria nos ofrece la misma respuesta que Anibal y Tadeo “estamos pescando para comer” y agrega una cuota de humor al asunto “es más le dije a Hernán, si hoy no pescas, no comemos”.


La imagen es muy pintoresca, los colores de las cañas, las tanzas casi invisibles pero presentes y los llamativos reeles son parte del paisaje habitual del muelle, sin embargo hay quienes se acercan al lugar a pecar con medio mundo.
Sandra y Sofia, de Capital, vienen siempre a Gesell y nos cuentan que, a diferencia del marido de Sandra que pesca con caña, ellas lo hacen con medio mundo “principalmente sacamos lisa y pejerrey, elegimos venir de noche, la pasamos muy bien acá, venimos con un termo para tomar café.” señala Sandra.


El viento se hace notar en el ritual nocturno del muelle, recorre las lineas de los rostros de los pescadores y acompaña al imponente ruido de la rompiente, en una noche donde no faltan sueños ni historias, donde la mirada se pierde en la luz de las estrellas proyectadas en un mar sin límites, algo que saben los pescadores “para entender al mar es preciso tener el coraje de perder a la tierra de la vista.”

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