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05-08-2016

LAS FESTIVIDADES DE COPACABANA EN VILLA GESELL

La colectividad boliviana de Villa Gesell realiza la celebración por la Virgen y patrona de Bolivia, Nuestra Señora de Copacabana, durante este viernes 5 y sábado 6 de agosto.

Este viernes inician las celebraciones de la colectividad boliviana de Villa Gesell, en honor a la patrona del país hermano.

Las actividades programadas:

VIERNES 5 de AGOSTO:

19:00hs Finalización de la novena
20:00hs Misa por la culminación de la novena
20:30hs Recorrida por las calles
21:00hs Cuerpo de baile
21.30hs Show Jamilkar

SABADO 6 DE AGOSTO

10:30hs Procesión Capilla 15 y 107 hasta Inmaculada Concepción
12:00hs Misa
13:00hs Misa por la independencia
14:00hs Almuerzo


Copacabana es una ciudad y puerto de Bolivia, capital de la provincia de Manco Cápac, sobre el lago Titicaca.

Copacabana está enclavada a las orillas del Lago Sagrado o Titicaca, en la península del mismo nombre. El grandioso escenario que le rodea está compuesto por el macizo andino de la Cordillera Real.

Desde los primeros días de la Conquista del Collao por los hermanos Pizarro, hacia el 1538, se comenzó a predicar el Evangelio. Esta misión difícil en esos momentos la tomaron los religiosos de la Orden de Santo Domingo.

Francisco Tito Yupanqui, de sangre real, era descendiente directo de los Reyes Incas. Nació en Copacabana y en el escudo de armas que concedió el Emperador Carlos V a sus antepasados tenía el lema "Ave María". Se conoce poco de su vida anterior a la confección de la imagen de la Candelaria y su vida posterior a la entronización de la sagrada imagen.

Desde niño demostró profundo amor a la Santísima Virgen María y por este amor defendió el deseo de su parcialidad, pues era Hanansaya, que la imagen de la Candelaria presidiera en el altar mayor de la humilde capilla de Copacabana y el anhelo de contar con la Cofradía para honrar a la Santísima Virgen.

Tenía inclinación natural a la pintura y a la escultura. Carecía, en cambio, del conocimiento de las elementales reglas de estas nobles artes.

No obstante, ayudado por su hermano Felipe, trabajó una imagen de la Virgen en arcilla, de una vara de alto. Por los resultados, esta imagen debió representar la buena voluntad alejada de las gracias naturales de María. Fue colocada a un lado del altar por el padre Antonio de Almeida, que hacía de párroco o doctrinero. Al dejar Copacabana don Antonio de Almeida, se hizo cargo de Copacabana el doctrinante bachiller don Antonio Montoro, quien al ver esa imagen desgarbada, tosca, sin proporciones, mandó sacarla del altar y llevarla con desaire a un rincón de la sacristía.

Humillado Francisco Tito por este contratiempo y aconsejado por los suyos, marchó a Potosí, que a la sazón contaba con destacados maestros en escultura de imágenes sagradas. El sincero y profundo amor que experimentaba a la Santísima Virgen era más eficaz que su inclinación natural a la imaginería y la pintura.

Con fervientes oraciones y ayunos, comprometió la bondad de María para proporcionar a su pueblo una imagen digna de veneración. Con esta santa preocupación buscaba, el pobre escultos, por todas las iglesias de Potosí una imagen de la Virgen que pudiera servirle de modelo. Le indicaron una en Santo Domingo. Se fijó en ella con suma atención para grabarla en su mente.

Tito Yupanqui, el sencillo amante de la Virgen María, llegó a adquirir en el taller del maestro Diego Ortiz, cierto dominio en la escultura y en la preparación de la madera. Con esos conocimientos se resolvió trabajar la imagen definitiva de la Candelaria. Antes de comenzar su trabajo, hizo celebrar una Misa en honor de la Santísima Trinidad, para obtener sobre su obra la bendición divina.

Fue indecible el gozo que experimentaba Francisco Tito Yupanqui mientras daba los últimos toques a su bendita y amada Virgen Candelaria.

Llegó al pueblo de Copacabana la preciosa imagen en medio de los sollozos de la confusa procesión. Fue un triunfo de la Virgen la llegada a su trono de gloria. Desde allí dio comienzo a su maternal misericordia, derramando a manos llenas milagros extraordinarios y gracias sin cuento.

Los milagros otorgados por la Virgen de Copacabana a cuantos la han invocado con fe y confianza, son innumerables.

El templo actual data de 1805 y la imagen fue coronada durante el pontificado de Pío XI. Con el paso del tiempo los fieles donaron, para adorno de la imagen, gran cantidad de valiosas joyas y el templo se llenó de regalos y tesoros. Riqueza que fue posteriormente saqueada por generales, presidentes y dictadores de turno. A pesar de ello, la "Coyeta", como la llaman los quechuas y los aimaraes; lleva al cuello, en las manos y el pecho, ricas alhajas y de sus orejas cuelgan valiosos pendientes de piedras preciosas obsequiados por sus devotos. En su mano derecha sostiene un canastillo y un bastón de mando, regalo y recuerdo de la visita que en 1669 le hizo el virrey del Perú.

La imagen original nunca sale de su santuario y para las procesiones se utiliza una copia de la misma.

Es típico del santuario, basílica desde 1949, que los que lo visitan salgan de él caminando hacia atrás, con la intención de no darle la espalda a su querida patrona.

Su fiesta originalmente se celebraba el 2 de febrero, día de la Purificación de María, y luego se ha trasladado al 5 de agosto, con liturgia propia y gran celebración popular.
 

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