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16-02-2015

GESELL ROCK, A 35 AÑOS DEL SHOW DE LOS REDONDOS

Aunque no lo detallen sus numerosas biografías, la banda tocó al menos tres veces en la Villa. La visita más recordada es la del 19 febrero de 1980, ya que el audio de ese show forma parte de las célebres “grabaciones piratas” que circulan entre sus fans.

(Gentileza Pulso Geselino) Como toda historia construida a partir de mitos y leyendas, la de Los Redondos incluye momentos difusos o poco claros. Un sinnúmero de periodistas e investigadores intentaron desentramar los misterios que rodean a la banda para echar luz a los rincones menos visibles de su biografía, pero a pesar de sus esfuerzos aún quedan sitios que nadie pudo transitar.

Uno de esos capítulos aún no sondeados tiene que ver con las distintas visitas que el grupo realizó a Villa Gesell, ciudad con la que varios de sus integrantes tuvieron relación incluso antes de que la banda se formara como tal. El guitarrista Skay Beilinson y su pareja Poli Castro (que luego fue manager de Los Redondos) descubrieron Gesell a principios de los ’70 junto a comunidad itinerante que después siguió hacia Valeria del Mar. Aún no conocían al Indio Solari, que en ese tiempo vivía en la vecina localidad cuidando un hotel llamado Alex.

Muchos señalan a La Cofradía de la Flor Solar como el embrión de Los Redonditos de Ricota. El grupo había surgido en La Plata e hizo base en Villa Gesell durante el verano de 1972. Acampaban entre los médanos utilizando una gran carpa verde comprada en un local de rezagos militares y tocaron en lugares como El Huevo o Cachavacha. Allí estaban Skay, la Negra Poli y músicos como Kubero Díaz (miembro de la última formación de Los Abuelos de la Nada), quien olvidó una costosa guitarra Gibson SG en un taxi geselino pero increíblemente la recuperó a los meses en La Plata.

Algunos de los integrantes de La Cofradía de la Flor Solar armaron poco tiempo después una banda llamada Los Perros de la Costa. “Tocaron un verano en el cine Gran Gesell con Skay en guitarra y su hermano Guillermo en voces. Aunque no lo recuerdo con precisión, es probable que también haya estado el Indio, dado que en ese entonces era ladero de Guillermo”, cuenta Rocambole, legendario creador del arte gráfico ricotero y amigo de aquellos grupos platenses, con quienes solía venir a Gesell para vender remeras que él mismo diseñaba y producía.

Los convoys de La Cofradía de la Flor Solar y de Los Perros de la Costa eran multitudinarios. Todos sus integrantes se enamoraron perdidamente de la Villa Gesell de los ’70 y hasta hubo que tomó la decisión de establecerse definitivamente. Se trata de Zocne Lescano, quien se mudó en 1977 y nunca más se fue. Su presencia en la Villa lo convirtió en el anfitrión de honor del siguiente proyecto musical de sus viejos compañeros: Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.

La primera escala geselina de Los Redondos fue en enero de 1979, apenas un año después de su recordado show debut en Salta. Se trataba de una pequeña gira costera que también incluyó a Mar del Plata. “En ese entonces, ellos eran de reunir a mucha gente y mandarse a tocar a algún lado. Todavía no eran un grupo específico de música. Había tipos de Bellas Artes que ni siquiera tenían una función específica, pero que de golpe aparecían sobre el escenario y hacían distintas cosas”, recuerda Zocne que fue baterista en ese recital y también en el que realizaron el verano siguiente.

El del 19 de febrero de 1980 es el más recordado de los shows ricoteros en Gesell. ¿Qué es lo que distinguió a esta visita de las demás? Algo fundamental: el audio del concierto fue registrado por la consola de sonido y, al igual que tantos otros, luego circuló entre las denominadas “grabaciones piratas” que solían venderse como pepitas de oro en el Parque Rivadavia de Buenos Aires y que ahora pueden encontrarse en Internet.

La cinta se compone por una docena de canciones. Aunque muchas de ellas fueron posteriormente desechadas del repertorio habitual de Los Redondos (que grabó su primer disco recién cinco años después de ese show), también aparecen varias que forman parte de su cancionero histórico, como “Maldición, va a ser un día hermoso”, “El blues de la libertad”, “Superlógico”, “Un tal Brigitte Bardot” y “Ñam fi fruti fali fru”.

La popularización de Los Redondos a partir de “Gulp!” (su disco debut, editado en 1985) restringió la movilidad de la banda, que poco a poco comenzó a abandonar su hábito de salir de gira y sólo se limitó a tocar en Buenos Aires y en grandes lugares del Interior. Sin embargo, hubo tiempo para una última visita a Villa Gesell.

Promediando la década de los ’80, Los Redondos volvieron a Gesell y tocaron en Massachussets, un boliche sobre la 3 que estaba enfrente del edificio de Cotel y del lugar donde históricamente funcionó el Concejo Deliberante local. “Nos movilizábamos en una camioneta que tenía Skay, aunque creo que esa vez viajamos en una que el guitarrista Tito Fargo usaba para realizar su trabajo como repartidor de pan”, cuenta el bajista Semilla Bucciarelli. “El lugar quedaba en un primer piso, tocaban varias bandas y ahí vivía un negro de otro país”.

Eduardo Herrera, operador de sonido de la banda en ese entonces, afirma que fueron dos shows a sala llena y que luego siguieron hacia San Bernardo. En esa pequeña gira se sumó al staff técnico ricotero un tal Rodolfo González, quién mucho después alcanzaría notoriedad como músico solista bajo el nombre de El Soldado. El grupo, con “Gulp!” y “Oktubre" a cuestas, formaba con el Indio, Skay, Semilla, Fargo, el baterista Piojo Ábalos y el geselino Willy Crook, saxofonista que le imprimió sus vientos a esos dos discos emblemáticos.

Consultado por Pulso Geselino, Skay Beilinson asegura no recordar demasiado acerca de estas visitas. A su lado, la Negra Poli tampoco logra invocar al pasado con exactitud, aunque cree que en ese último verano se cruzaron en la Villa con Sumo y que incluso Willy Crook tocó como invitado del grupo de Luca Prodan en algún bar geselino. Por su parte, el Indio Solari también responde al llamado, aunque se excusa vía email: “Lamento que mi memoria, añosa ya, no cobije ningún recuerdo de entonces. Por supuesto que he recorrido la Villa desde muy temprano en su historia, pero de esos shows no guardo conmigo imagen alguna”.

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